Imagina un mundo en el que la talla de cada uno es proporcional a sus ingresos. Supongamos que tú ganas algo más que la media en un estado rico; esto te daría una estatura de 1,73 m.
Hoy es un día especial. Eres el comentarista de un gigantesco desfile de la totalidad de los habitantes del planeta. El desfile está organizado de forma que todos habrán pasado por delante de ti en UNA HORA. El desfile acaba de comenzar; todos han empezado a moverse. Ahora te toca a ti hacer los comentarios.
"Pero, ¿realmente ha comenzado? Sigo sin ver nada, perdón, sí. Parece increíble, miles y miles de seres más pequeños que hormigas, que resbalan por encima de mis pies, no puedo distinguir que son.
Llevamos diez minutos de desfile. Ahora al menos puedo ver gente, pero los que desfilan no superan la altura de un cigarrillo, campesinos, indios que van montados en carros tirados por bueyes, mujeres africanas que transportan niños a sus espaldas y algo parecido a dedales llenos de agua sobre sus cabezas. También hay chinos, birmanos, haitianos. De todos los colores y nacionalidades.
Siguen y siguen apareciendo, ya han pasado veinte minutos, treinta, o sea, que ya ha desfilado la mitad de la población del planeta y todavía no han pasado ninguno cuya talla supere los siete centímetros y medio.
Creía que tendría que esperar bastante rato antes de ver a gente de mi estatura, pero han pasado cuarenta minutos y los más altos me llegan a las rodillas. Veo a soldados de Paraguay y a secretarios de la India, con grandes libros de contabilidad bajo sus brazos, pero enanos todavía.
Ya sólo quedan diez minutos y me empieza a invadir la preocupación; no acabaremos a tiempo. No obstante, ahora las caras son más familiares al menos. Veo a pensionistas de Madrid, a algunos aprendices de ingeniería de Bilbao y, algo después a empleados de comercio, a tiempo parcial, de Barcelona. Pero no tienen más de un metro de altura.
Quedan cinco minutos y, por fin, parece llegar la gente de mi talla: maestros/as de escuela, gerentes de tiendas y comercios, empleados gubernamentales de rango inferior, agentes de seguros.
El siguiente grupo parece de mayor enjundia. Muchos norteamericanos y europeos. Superintendentes de fábricas, directores de departamento, quizás. Me parece que pasan del metro y setenta centímetros.
Y ahora, ¿qué diablos pasa?. ¡Cada vez son más altos!. Aquel contable debe medir al menos cuatro metros y medio. ¡Es sensacional!. Terratenientes de Brasil, directores de empresas muy bien vestidos... y una talla de, seguramente, seis a nueve metros.
Ahora puedo ver algunas caras famosas, sí, se trata del Príncipe Carlos. Contando el sombrero que lleva, debe medir unos treinta y seis metros. Y ahora Julio Iglesias, un enorme gigante que parece caerse, del tamaño de una torre.
Hemos entrado en el último minuto, en el minuto cincuenta y nueve. Necesito unos prismáticos. estos jeques árabes del petróleo son realmente sorprendentes. Superan de largo los novecientos metros.
Me parece que allá arriba ¡está nevando!"
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